Evidencias
La
pintura de Diego Píriz nos invita a transitar mundos que vienen del cine y la
fotografía, viajamos a los años cuarenta del film noir o del cine italiano y
volvemos a la contemporaneidad de iconos de la moda o de la cinematografía
actual o a la fotografía de Annie Leibovitz, generando un diálogo controversial
entre la imagen y la velocidad propia de la hipermodernidad. El artista nos introduce en atmósferas vivas, con contrastes
de claros oscuros, y es en esa radicalidad en donde las imágenes cobran
sentido. Es un juego anacrónico, entre espacios diseñados de manera exquisita y
cuerpos que se actualizan en escenas altamente proyectivas. Este movimiento se
puede apreciar sobretodo en tres obras Pensando
en ti, Pienso en ti y Chop suey, las dos primeras son pinturas cuyas imágenes
revelan el desasosiego de la espera en soledad y a su vez muestran planos
contrastantes entre la gran urbe y la esfera privada. Así la presencia de los
personajes es acontecimiento, en tanto
Píriz lo vivifica como seres que proponen un diálogo silencioso entre puntos
distantes del planeta como lo son Montevideo, Caracas y Tokio. El propio
artista se desplaza en la vida real entre estos lugares, sirviéndoles como
puentes para la construcción de historias que en la austeridad sofisticada de
una modernidad casi perdida, se hacen visibles como paisaje. La poética de las ciudades, funciona en estas
obras como hilos que conectan lo privado con pulsiones vitales, genera que el espectador se identifique por la
movilización de sus sentidos. Píriz juega en el borde del sistema
apropiacionista del arte, por ejemplo en la obra “Carretera” que marca un paralelismo con Lost
Highway del brillante David Lynch, esa estética propia del llamado cine negro, en
una estética que conecta la vida y la muerte con las intrigas tan humanas en
inesperados finales, con la vertiginosa circularidad de la historias. Esto es
lo que Píriz captura y se manifiesta en las escenas y en su impecable manejo de
la luz y el color. En la misma línea, de
su trabajo reciente se destacan: “En el
living” y “La noche”, en donde una vez más el discurso pictórico tiene
como centro a una mujer desnuda, enigmática y sensual, que en la obra parece
naturalizar su posición, logrando una presencia evocadora de lo bello con un halo misterioso. Es ese guiño, en la denominada
“sociedad de la evidencia” a la que el filósofo Byung-Chul- Hang alude, para
mostrar los rasgos de la sociedad actual en donde “La capa figurada erotiza la
palabra, elevándola a la condición de un objeto de deseo. La palabra actúa con
mayor poder de seducción cuando esta revestida figurativamente” y es en ese
juego de tensiones en donde el artista Diego Píriz compone su obra.
Jacqueline
Lacasa
Montevideo,
2015
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